Desde mi rol en el mundo tecnológico y comercial, he sido testigo directo de cómo el Open Banking ha pasado de ser una promesa lejana a una realidad tangible que está redibujando los límites del sistema financiero chileno y global. Esta transformación impacta tanto a los bancos tradicionales, como a las fintech, startups, empresas de retail y, sobre todo, a las personas.
El Open Banking, o banca abierta, no es simplemente una tendencia: es una transformación estructural que está cambiando la forma en que los servicios financieros interactúan con las personas, las empresas y los ecosistemas digitales. Desde Chile hasta Europa, su impacto está revolucionando la relación entre bancos, fintechs y consumidores, impulsado por nuevas regulaciones, avances tecnológicos y una demanda creciente por experiencias más ágiles y personalizadas.
Según Juniper Research, se espera que los usuarios globales de Open Banking crezcan un 250% para 2029, alcanzando los 645 millones. Mientras tanto, plataformas como McKinsey señalan que las APIs bancarias han pasado de ser herramientas técnicas a activos estratégicos que generan ingresos y ventaja competitiva.
Este artículo –más que un análisis técnico– busca ser una reflexión informada sobre cómo esta revolución silenciosa puede abrir nuevas oportunidades para quienes sepan adaptarse, colaborar e innovar.
Open Banking es un modelo en el que los bancos y otras instituciones financieras permiten el acceso seguro y controlado a los datos financieros de sus clientes, mediante interfaces de programación de aplicaciones (APIs). Esto permite que terceros, como fintechs u otras plataformas digitales, puedan desarrollar productos y servicios financieros personalizados.
Regulaciones como la Ley Fintec N° 21.521 en Chile y la PSD2 en Europa.
La demanda de consumidores por experiencias digitales integradas.
El crecimiento del ecosistema fintech y de la interoperabilidad bancaria.
Regulación Open Banking Chile: Liderada por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), con foco en gobernanza de APIs financieras y seguridad.
Infraestructura API: Modernización de las arquitecturas bancarias con plataformas de gestión de APIs (APIM).
Expectativas de los usuarios: Mayor control sobre sus finanzas, experiencias personalizadas y transparencia.
Desde mi visión comercial, este último punto es el más potente: los consumidores ya no comparan bancos entre sí, comparan experiencias. Y ahí el Open Banking puede ser la diferencia.
El Open Banking no es solo una evolución tecnológica. Es una invitación a repensar cómo colaboramos, cómo compartimos valor y cómo rediseñamos la experiencia financiera del futuro. Desde ACL creemos firmemente que quienes entiendan esto sobrevivirán y liderarán.
Ya no se trata de competir solos, sino de construir alianzas que habiliten ecosistemas digitales abiertos, seguros e inteligentes. Y en ese escenario, la interoperabilidad, la confianza y la agilidad serán nuestros activos más valiosos.
Entonces, la pregunta no es si tu organización va a sumarse al Open Banking. La verdadera pregunta es: ¿Cómo lo vas a hacer para que genere valor real para tus clientes?
Estoy convencida de que las respuestas están en la colaboración y en la tecnología. En ACL, estamos listos para acompañarte en ese camino.